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Deportivo Pereira: le vendimos el alma al diablo
- Actualizado: 1 febrero, 2015
El mal llamado Deportivo Pereira nos tiene viviendo en el peor de los mundos. El sapo más grande que como pereiranos nos tenemos que tragar es la chanza de los amigos de otras ciudades o de otros equipos cuando se burlan del Deportivo Pereira en nuestras caras.
En esas chanzas está el mensaje subliminal del perdedor poca lucha, sin liderazgo, sin amor propio, sin sentido de pertenencia, sin nada. No son pocos los pereiranos que están escampando en las toldas del Nacional y otros equipos colombianos. En un gesto de desprecio por lo nuestro, muchos hinchas para ver un partido por la tele, se ponen la camiseta de otros equipos que sí despiertan emociones ganadoras.
En la antigüedad el orgullo de las ciudades eran las universidades. Hoy son los equipos de fútbol porque cada Club es la representación del espíritu de su gente, de su autoestima colectiva. El imaginario de una ciudad se refleja en su equipo de fútbol al punto que si un equipo es ganador, su gente, sus hinchas, su ciudad también lo son. Cuando el equipo gana el día siguiente es más bello. Según esa tesis, ¿los pereiranos somos perdedores?
Durante casi seis años que estuve en Bogotá soporté con estoicismo la pesadez del perdedor en cuerpo ajeno al punto que el Pereira llegó a batir el récord mundial de más de 30 partidos sin ganar. Lo llamaban el Deportivo Perdeira.
En su columna de prensa, mi buen amigo Héctor Santana pregunta ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Casi todos sabemos que “esto” lo tenemos bien merecido porque hasta la Superintendencia llegó a decir que Deportivo Pereira es el único equipo que ha tenido cuatro carteles. A todos sus dirigentes les hemos dado título de “doctor”, de “inversionistas” y de “Don”.
Desde hace más de dos décadas el Deportivo Pereira se convirtió en el hazmerreir de la ciudad. Ante los intereses oscuros, nos hicimos los de la vista gorda y le vendimos el alma al diablo. Uno de esos “dones” ofreció comprar el estadio. Uno de esos “doctores” que le arrebató los derechos al Municipio y a la Gobernación, es hoy un prófugo de la justicia. Todos sabemos qué pasó con los famosos “inversionistas” de Medellín. Ya no vale la pena buscar más culpables.
Creo que “esto” lo tenemos bien merecido y que la larga condena podría tener final si Daván Vásquez y John Omar Candamil, liquidadores del Deportivo Pereira, no son inferiores a sus responsabilidades y al honor de buenos pereiranos. Cueste lo que cueste, la liquidación puede ser la última oportunidad para comenzar de nuevo. No podemos seguir con el peor equipo en el mejor estadio de Colombia.
En mis estudios de derecho escuché una cátedra del hoy Notario Primero José Daniel Trujillo, quien decía que la diferencia entre el honor y la honra consiste en que lo que se pierde es la honra; y lo que se defiende es el honor. Veremos.
Luis García Quiroga
Periodistaluisgarcíaquiroga@gmail.com