Deporte Risaraldense

¿Arando en el desierto?

La otra opinión

En los últimos días, en forma insistente y hasta –diría yo- casi desesperada, el gerente liquidador de Corpereira, Omar Candamil y su asesor deportivo Duván Vásquez, han buscado los medios de comunicación para hablar sobre la actual situación del equipo Deportivo Pereira y su futuro dentro del compromiso que tienen entre manos.

Han hablado profusamente de la absoluta indiferencia de los estamentos oficiales y de la empresa privada, cuyas puertas han tocado para solicitar su apoyo mediante patrocinios que permitan la subsistencia del equipo hasta que se concrete la liquidación de Corpereira, lo que se daría luz verde para constituir una nueva entidad, con la obligatoria bendición de la Dimayor, para mantenerlo en competencia.

¿Nadie quiere…?
La verdad hay que buscarla en la respuesta a esta pregunta: ¿nadie en la ciudad quiere meter un peso en Corpereira, ni bajo la figura del patrocinio o como posible inversionista?.

Eso parece. De empresarios que gustan del fútbol, que tienen músculo económico y son seguidores del Deportivo Pereira he escuchado siempre la misma respuesta: “No vamos a echar la plata en saco roto”.

Lo que muchos quieren, entre con quienes he intercambiado conceptos sobre el futuro del Deportivo Pereira, es que Corpereira se extinga y nazca una nueva empresa, libre del pesado lastre económico que aqueja a la primera. Algo así como tumbemos esta casa a punto de derruirse sola y construyamos una nueva.

Y, entonces, ¿qué hacer?
Yo reconozco el esfuerzo y el compromiso del gerente liquidador por llevar el proceso a feliz término con un equipo dinamizado deportivamente y con un patrimonio fortalecido para llegar fuerte a la irremediable subasta, lo que posibilitaría un mayor flujo de dinero para cancelar las acreencias.

Por eso al Deportivo Pereira le han permitido seguir en competencia, en ese marco tan particular que es el manejo del fútbol profesional en nuestro país. Pero, mientras se surten los tiempos del proceso el liquidador y su asesor buscan recursos para mantenerlo en actividad en condiciones favorables.

El problema que enfrentan Candamil y Vásquez es muy grande: la enorme frustración que ha sido el Deportivo Pereira en sus setenta años de existencia. Un editorial de este diario así lo recalca. Es un sentir general: todos queremos borrón y cuenta nueva.
Y otro no menos complejo… que nadie quiere saber nada de los intervenidos directivos de Corpereira. Así de simple.

El gerente liquidador tiene entre dos caminos nada fáciles para elegir: encontrar un respaldo económico publicitario y dejar que los términos del proceso avancen con su paso ‘tortuguesco’ o acelerar lo más que pueda la eutanasia judicial de Corpereira para que el proyecto Deportivo Pereira sea eminentemente nuevo y no bajo la actual figura.

El posible escenario post liquidación da para mi siguiente columna.

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Por Hugo Ocampo Villegas
Twitter: @hovi55

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