Deporte Risaraldense

Del entusiasmo al desencanto

No creo que haya alguien más desilusionado con la actuación de la selección Risaralda en la final del campeonato nacional juvenil de fútbol que Arpidio Escobar. En charla de café tuvo la osadía de manifestar que era la mejor del país –no le repliqué, no era el caso, pero obviamente no compartía esa apreciación- y estaba tan convencido de poder ofrecer al departamento el primer título futbolero –sólo hemos sido cuatro veces subcampeones- que pidió la sede tanto para el pentagonal semifinal como para la propia final.

Fue el triunfo contra Antioquia en el zonal de Medellín el que encendió el entusiasmo. Entonces escribí sobre la selección de Cano y titulé…’Con prudente optimismo’, pues el tramo más difícil estaba por recorrer. Después, en la semifinal y antes de la derrota con Valle, valoré lo hecho hasta ese momento pero invité a tener los pies en la tierra.

Desencantado
Prefiero decir desencantado que decepcionado. Pues yo confiaba en un buen desempeño de la juvenil pero tenía mis reservas respecto al anhelado título. No porque no tuviera con qué. En columna pasada escribí: “Futbolísticamente no tengo duda que la juvenil tiene argumentos para ser pretendiente al título. La clave estará en la respuesta mental de los jugadores en la instancia decisiva del torneo”.

Eso ocurrió. Luego de la derrota contra Atlántico, el equipo se derrumbó. No hubo fuerza desde el banco y liderazgo en la cancha que lo hiciera revivir. Este grupo no era justamente un modelo talentoso –como por ejemplo aquella selección de José Guevara del 84 donde afloraban las individualidades- pero lo compensaba con un buen trabajo colectivo. Pero, sin espíritu no hay cuerpo y esa madurez táctica que le reconocía se desmoronó como castillo de naipes.

Una desilusión que también pasa por la actitud de los jugadores, impelidos desde adentro por el discurso ganador, cosa que me parece normal, pero desubicados con el canto de sirenas de su entorno más próximo. Lo que también hizo grande aquella selección de John Edison fue la ‘respetuosa gaminería’ de sus figuras que se divertían con todo el mundo haciendo caso omiso de la pesada carga del favoritismo.

De todas maneras, es hora de reconocer todo lo que hizo Arpidio por hacer grande esta selección y el trabajo de Wilson Cano que no tuvo el premio deseado. Y de resaltar apellidos como los de Jiménez –excelente cabeceador- de Hernández y Valencia, como figuras promisorias, todos ellos con poder de gol.

Coletilla ‘matecaña’
El hijo de Álvaro, un recién conocido, con apenas 10 años, con mucho desenfado infantil, le decía a su padre que el Deportivo Pereira si iba en ascenso. Y ante la cara de extrañeza de su progenitor le respondió: Si, está ascendiendo en el abecedario. Pasó por la A, ahora está en la B y va camino a la C”. Hay Dios… que la idea del presidente de la Difútbol, Alvaro González Alzate de restablecer la categoría C, con ascenso y descenso, no vaya a prosperar en la Federación.

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Columna de opinión escrita por Hugo Ocampo Villegas

 

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